Por qué
Albala
Un lugar para sanar, despertar y trascender el sufrimiento
Albalá es más que un nombre: es un símbolo de esperanza. En épocas de la Colonia, un albalá era una carta o cédula real otorgada a alguien que había cometido una falta no grave, ofreciéndole una segunda oportunidad. Inspirados en ese sentido profundo, elegimos llamarnos así: porque creemos que todas las personas merecen una nueva posibilidad para vivir en libertad y en paz consigo mismas.
Albalá es un lugar de oportunidades para trascender el sufrimiento, sin importar cómo se exprese: adicciones, depresión, ansiedad, trastornos de la conducta o alimenticios, estrés o pérdida de sentido. Lo que importa no es el síntoma, sino la disposición de la persona a mirar hacia adentro, a desaprender patrones que ya no le sirven, y a reconectar con lo esencial.
Aquí no atendemos pacientes. Recibimos estudiantes, personas que se reconocen como buscadores, dispuestos a hacerse cargo de su proceso y a reconectarse con su propósito.
Al elegir Albalá, eliges:
- Una Escuela de Vida, no un tratamiento.
- Un proceso que te invita a despertar la conciencia y darte cuenta de los condicionamientos que te impiden vivir con plenitud.
- Un equipo interdisciplinario que acompaña desde la presencia, el respeto y la experiencia.
- Un enfoque interdisciplinario, humano y personalizado.
- Un entorno natural, que sostiene el silencio, el descanso y la conexión.
- Un acompañamiento continuo, antes, durante y después del proceso.
Albalá se define como una Escuela de Vida, porque aquí se aprende a volver a uno mismo, a asumir con responsabilidad y amor el propio camino, y a elegir una vida con más consciencia, libertad y sentido.
Si llegaste hasta aquí, no es casualidad.
Tu segunda oportunidad te está esperando.
Testimonios
Cada proceso deja huellas de vida. Nuestros egresados hablan desde el corazón: «Aquí encontré calma cuando más lo necesitaba», «Albalá fue mi espacio seguro para reconectarme conmigo», «Este camino me recordó cómo amar la vida».
Sus historias son nuestro mayor orgullo, porque reflejan que crecer desde el amor es posible.
La segunda vez fue increíble creo que fue porque mi corazón y mi mente estaban agotados de un proceso incompleto y con constantes patrones sin sanar. Yo pensaba que iba por una causa y era mi depresión, pero desde mi primera semana en Albalá entendí que mi corazón estaba lleno de otras traumas, daños y heridas abiertas que tenían que ser tratados y para que ese dolor sanará, el proceso de cerrarlos o superarlos era más allá. Mi proceso como los de todos en Albalá es personal y diferente, yo pensé que iba por depresión porque no era ni adicta, ni alcohólica. Gracias a Albalá entendí que tenía otra clase de adición y era la de ser aprobada por todos y ser aceptada por todos y buscar amor siendo alguien que no era yo.
Estoy agradecida con mi proceso porque gracias a lo que aprendí y entendí hoy en día soy más auténtica, aprendí que no tenía que ser aceptada, ni amada por otros sino ser amada y aceptada por mí misma. Gracias a Albalá me siento más consciente con mis decisiones, que aveces es necesario tomar pausas y tomar el día a día como viene. Gracias a mi proceso sé que es tener una relación sana, romper patrones y que es lo mejor para mí poniendo límites, poner a mi misma y mis sueños por encima de mis relaciones sentimentales, amistades y familiares. Eso para mí es el amor propio y el primer paso que hice para entender mi salud mental y tener una madurez emocional más fuerte, no es ocultar las emociones, ni pedir disculpas por las emociones que uno tiene, sino reconocerlos, sentirlos, permitir respirar y seguir.
Yo me empecé amar y gracias a eso voy a cumplir uno de mis mayores sueños que por muchos años gracias al miedo no lo logré y hoy la vida me dio una segunda oportunidad y me dijo “ qué tal cambias por si no funciona con un inténtalo y aprende, nunca lo sabrás si lo intentas y das el paso.” Una frase que me acuerdo mucho en mi proceso en Albalá que me lo regaló mi hermano en una llamada y se volvió mi mantra de vida es “ Prefiero Aprender Con Intentarlo” de eso se trata y también Albalá me enseñó eso.
Juliana Silva
- -
Llegué a Albalá buscando respuestas. Pero encontré mucho más que eso. Albalá fue —y sigue siendo— un spa para el alma: un lugar donde me acompañaron a escarbar hasta lo más profundo de mí, a mirar de frente el dolor que me empujaba a beber, a entender que el alcohol era apenas la punta del iceberg.
Tres años después, puedo decir con una calma que jamás imaginé posible: el deseo de tomar ya no existe en mí. No soy una alcohólica, ni una adicta en recuperación. Soy una mujer sobria, sana, y consciente. Una mujer que honra la vida, y que se compromete a seguir honrándola, durante todos los días que me queden.
Beatriz Torres
- -
En ALBALÁ descubrí que tengo cualidades y características que me hacen una persona única y valiosa, y eso fue revelador. Por primera vez, dejé de enfocarme en mis errores y empecé a reconocer mi valor. Descubrí mi pasión, encontré claridad en lo que quiero para mi vida, y lo más importante: comencé a caminar hacia mis sueños con convicción.
Desde entonces, todo ha cambiado para bien. He fortalecido la unión con mi familia, me he acercado espiritualmente a Dios, y he mejorado tanto en mi estado académico como físico y emocional. Hoy tengo metas claras, motivación real y un profundo agradecimiento por todo lo vivido. ALBALÁ no solo me ayudó a sanar, sino que me enseñó a vivir de verdad.
Juan Camilo Camayo
Cali -
Hoy miro hacia atrás y solo tengo palabras de amor y agradecimiento hacia albalá y a todos los profesionales que trabajan acá, a todos los que me acompañaron en mi proceso y en mi estadía, no solo por toda la ayuda sino porque en ellos encontré siempre una voz de respaldo, de consuelo, una guía, una luz entre tanta oscuridad que sentía en mi vida y todo eso sin duda me ayudó a estar hoy acá contando esto. ¡A cada uno de ellos y a albalá, por siempre GRACIAS!
Albalá es y será mi lugar seguro, donde pude reencontrar y re conectar conmigo y con mi vida y ojalá este testimonio pueda ayudarle a alguien que aún no sepa que hacer. Este es el lugar, acá se sana, se encuentran respuestas, se encuentra un camino.
Por último, basado en mi experiencia personal, puedo decir que sé que a veces la vida pesa mucho, a veces uno siente que ya no puede más y que la única salida es acabar con todo, pero créame, si yo salí de ese hueco usted también podrá hacerlo y acá lo pueden ayudar. ¡Ánimo!
David Chaves
- -
La experiencia fue increíble, me dio la oportunidad de empezar a vivir desde un yo sano. No rota ni dañada como me sentía y esto cambió mi vida. Mi forma de relacionarme conmigo misma y con otros. Ya no sentía rabia todo el tiempo.
También experimenté la presencia. Al principio hablaban del concepto y mi mente no podía entenderlo. La verdad es que lo entendí meses después, el regalo de Albalá es que lo experimenté. Estaba un día en la ducha y empecé a sentir cada gota en mi cuerpo, percibí la luz que entraba por la ventana de una manera diferente y al final se sintió mágico. Apareció un colibrí por la ventana y es como si se hubiera quedado mirándome. Me sentí conectada conmigo y con lo que me rodeaba.
Ese fué un regalazo. En mi día a día hoy vivir presente me permite estar conectada conmigo y lo que me rodea sacándome de la mente. Así que me permito sentir paz.
Con la presencia vino la consciencia. Al estar conectada conmigo, aprendí a prestarme atención a mí misma y saber qué pienso, cómo pienso, qué siento, el porquéé y poder ver el impulso. Cómo quería actuar. Dándome la oportunidad de elegir algo diferente para mi.
Después de Albalá seguí en mi camino de sanación y autoconocimiento. Había hecho un proceso muy transformador pero no entendía como había sido ni qué había hecho. Así fue como encontré un nuevo camino de vida. Estudié diferentes terapias y tipos de coaching y hoy hago procesos de crecimiento personal y empresarial.
Mi vida y yo seguiríamos igual de no ser por Albalá. Agradezco todos los días haber encontrado ese lugar mágico en donde me dieron la oportunidad y el espacio de conectar conmigo, con la naturaleza y con otras personas. Las actividades están diseñadas de una manera muy especial que da lugar al existir y al estar. Me siento muy afortunada de haber desaprendido y aprendido para hoy elegir con libertad y responsabilidad como vivir.
Alejandra Sánchez
- -
Creó una diferencia definitiva en la manera de verme a mí mismo y ver a los demás.
A partir de allí, logré caminar firmemente para cumplir con mis auténticos sueños.
Luego de más de 10 años de haberme graduado del proceso de Albalá Escuela de Vida, puedo observar los efectos transformadores que se produjeron a largo plazo en mi camino.
El proceso trajo sentido y autenticidad personal y se produjeron muchas transformaciones.
Albalá Escuela de Vida me permitió a mis 53 años dar el primer paso consciente para poder hacerme cargo de mí mismo; algo por lo que me encontraba luchando siempre. Ha sido un proceso de años, pero nunca se detuvo.
En poco tiempo de estadía, la extraordinaria experiencia que viví y las diversas herramientas que integré en mi vida diaria, me permitieron crecer interiormente y madurar como ser humano.
Albalá Escuela de Vida, fue el mejor lugar para poder ver mi ego de frente, reconocerlo y discernir cuando mis respuestas, conductas y reacciones dependían de ese fantasma irreal que me torturaba; regresa siempre, pero lo reconozco.
Viví en mi estadía en Albalá Escuela de Vida varias experiencias iniciáticas. Procesos muy importantes que me permitieron conocerme a mí mismo. Inicié el camino del autoconocimiento.
Aprendí a superar problemas profundos que venía arrastrando.
En Albalá Escuela de vida, logré librarme de mis adicciones porque llegué a descubrir la razón fundamental de ellas. Más que dejarlas, fue importante en principio entenderlas en profundidad.
Albalá Escuela de vida experimenté un proceso puntual en el tiempo que no dejó jamás de funcionar y operar en mí para salvar mi vida.
Albalá Escuela de vida, me curó físicamente de una enfermedad, me curó mental y espiritualmente.
Yo sentí que se me daba un milagro.
Mi estadía en el jardín de Albalá Escuela de Vida me señaló claramente un camino espiritual. Por allí transito sin mirar atrás.
Tuve tres Jardines en mi vida:
En cada uno de ellos logré ser auténtico.
El jardín de mi niñez.
El jardín de Albalá.
El jardín que es ahora mi existencia, mi obra de arte, la realidad.
Desde el 2023 luché contra un cáncer terminal y logré vencerlo.
Hoy estoy libre de cáncer.
Estoy convencido de que el aprendizaje que hice en Albalá Escuela de vida me proporcionó las herramientas y la fuerza para enfrentar esa enorme batalla.
Luego de superar el cáncer, tuve que abandonar las medicinas para el dolor, altamente adictivas.
Lo logré yo solo, con una mínima intervención médica, gracias a lo aprendido en Albalá Escuela de Vida.
El camino de sanación y maduración emocional que se logra en Albalá Escuela de vida se hace en base a un proceso profundamente AMOROSO, y de respeto al estudiante.
La puerta siempre estuvo abierta para quien quisiera abandonar la experiencia, pero ninguno de los estudiantes quería irse, todos disfrutábamos de lo que nos sucedía día a día.
El equipo humano que labora en Albalá Escuela de Vida, sus terapeutas y personal, se convierten en amigos saludables con los que uno cuenta por el resto de la vida.
Albalá dispara un proceso de sanación que nunca más se detiene, es como aprender a montar en bicicleta…