Nuestro
ADN
Creemos que todas las personas pueden sanar, crecer y transformarse cuando despiertan y recuperan su nivel de consciencia. Esto ocurre cuando se sienten escuchadas, miradas sin juicio y acompañadas con amor.
¿Qué nos identifica?
Servir es nuestro propósito
Damos la bienvenida a cada persona tal y como es
Reconocemos la experiencia de cada uno como un proceso único
Estamos plenamente presentes en cada interacción
Acompañamos con empatía y respeto
Respetamos y honramos la vida
Testimonios
Cada proceso deja huellas de vida. Nuestros egresados hablan desde el corazón: «Aquí encontré calma cuando más lo necesitaba», «Albalá fue mi espacio seguro para reconectarme conmigo», «Este camino me recordó cómo amar la vida».
Sus historias son nuestro mayor orgullo, porque reflejan que crecer desde el amor es posible.
Cierro los ojos y me conecto con la mujer que fui, siento en cada fibra de mi alma su dolor, su tristeza y esa necesidad de aferrarse al pasado como un salvavidas para mantenerse en el estado de victima, busque...
LEER COMPLETO
Cierro los ojos y me conecto con la mujer que fui, siento en cada fibra de mi alma su dolor, su tristeza y esa necesidad de aferrarse al pasado como un salvavidas para mantenerse en el estado de victima, busque por muchos años anestesiarme para no sentir, practicamente para no vivir, me sentia desconectada de la vida y fue así como el alcohol se convirtio en mi compañero de viaje, de ese viaje oscuro, lleno de sombras que me atormentaba y que me impedia vivir plenamente, mi dolor era un dolor profundo pero que mantenia oculto, era el mundo que habia creado para mi, aunque suene extraño, era mi zona de confort, el dia en el finalmente pedi ayuda fue como un grito lleno de silencio, ya no tenia nada que perder, ya no sabia ni quien era, mi llama interior se habia apagado.
Los primeros dias en Albala fueron de resistencia y confusión, de dolor, en el fondo de mi Ser habia caos, confusión, fueron meses de mucha reflexión, de reconocimiento, de aceptar y sobretodo de rendirme, si, dejar de luchar, dejar de justificar y de responsabilizarme, el camino no fue facil, porque siempre estaba mi mente custionando todo, oponiendose, buscando culpables, aún asi y gracias al proceso amoroso, responsable y lleno de despertar, hoy puedo decir que ya no siento angustia, que tomo mis desiciones con conciencia y que asumo lo que me corresponde, me siento libre, poderosa, amada, es como si la vida me hubiera regalado una nueva oportunidad para escribir una nueva historia viendo con compasion y amor a la mujer que fui, agradeciendo por cada momento y por cada experiencia porque fue así como me reconecte y como he aprendido a amarme y a aceptarme, este proceso es un acto de amor, de valentia, de renacimiento y cada minuto que pase en Albala, lo atesoro porque me transformo, Gracias.
Los primeros dias en Albala fueron de resistencia y confusión, de dolor, en el fondo de mi Ser habia caos, confusión, fueron meses de mucha reflexión, de reconocimiento, de aceptar y sobretodo de rendirme, si, dejar de luchar, dejar de justificar y de responsabilizarme, el camino no fue facil, porque siempre estaba mi mente custionando todo, oponiendose, buscando culpables, aún asi y gracias al proceso amoroso, responsable y lleno de despertar, hoy puedo decir que ya no siento angustia, que tomo mis desiciones con conciencia y que asumo lo que me corresponde, me siento libre, poderosa, amada, es como si la vida me hubiera regalado una nueva oportunidad para escribir una nueva historia viendo con compasion y amor a la mujer que fui, agradeciendo por cada momento y por cada experiencia porque fue así como me reconecte y como he aprendido a amarme y a aceptarme, este proceso es un acto de amor, de valentia, de renacimiento y cada minuto que pase en Albala, lo atesoro porque me transformo, Gracias.
Angélica Ortiz
- -
Albalá fue para mí un proceso transformacional del más alto nivel. Más allá de atender un momento de profunda crisis y resolver varios problemas muy específicos, me dejó una serie de herramientas que han sido fundamentales para mi desarrollo como...
LEER COMPLETO
“Albalá fue para mí un proceso transformacional del más alto nivel. Más allá de atender un momento de profunda crisis y resolver varios problemas muy específicos, me dejó una serie de herramientas que han sido fundamentales para mi desarrollo como ser humano. Fue el primer paso de un camino que, por fortuna, no tiene fin, pues se trata de un proceso continuo: la respuesta a una pregunta que siempre cambia.
El abordaje holístico y multidisciplinario permite alcanzar una comprensión personal desde múltiples ópticas, filosofías y visiones, brindando la libertad de construir algo propio que realmente tenga sentido. No es una fórmula impuesta o restrictiva; al contrario, ofrece la posibilidad de edificar, sobre cimientos sólidos, una solución personal y auténtica.
Fue un despertar hermoso, que exige dedicación y convicción permanente, ya que el verdadero trabajo comienza cuando uno pone el pie fuera de ese lugar sagrado. Es, sin duda, la mejor decisión que he tomado, y la agradezco desde lo más profundo de mi ser, con plena conciencia y claridad, todos los días de mi vida.“
Juan Sudarsky
- -
Conocí a Albalá por medio de varios amigos a quienes la vida les cambió totalmente luego de haber estado allí. Una noche vi en Facebook que un amigo publicó algo de Albalá etiquetando a Hernán, vi que era el amo...
LEER COMPLETO
Conocí a Albalá por medio de varios amigos a quienes la vida les cambió totalmente luego de haber estado allí.
Una noche vi en Facebook que un amigo publicó algo de Albalá etiquetando a Hernán, vi que era el amo y señor de Albalá, lo agregué a mis contactos en Facebook. Después de varios meses, le escribí pues un amigo estaba pasando por un momento en el que necesitaba ayuda urgentemente. En el mensaje que le envié por el messenger de Facebook, lo primero que hice fue darle las gracias por todo lo que había hecho por todos mis amigos que habían estado en Albalá, era lo mínimo pues había visto el cambio total en ellos; en ese momento, Hernán ya sabía quién era yo y seguimos en contacto.
Para mí era muy diferente pues nunca me he tomado un trago y mucho menos drogas, por eso desde mi punto de vista, primero, veía el cambio en mis amigos cuando estaban hundidos y podía también ser sensible al comportamiento de mis amigos en problemas. Una mañana, ya al final de la pandemia me levanté una mañana realmente abrumado, me di cuenta de que llevaba muchísimos años sumido en una depresión absurda, lo primero que hice fue escribirle a Hernán contándole mi condición, hablamos una media hora y luego de hablar y contestarle sus preguntas, Hernán me dijo: “Tato, venite para acá”, dos semanas después estaba yo en Cali, tocando la puerta de Albalá.
Fueron tres meses de trabajo muy duro con cada terapeuta quitándome velos de los ojos, dejando mi ego a un lado, entendiendo cuáles eran mi vida, mi proceso, mi camino… fueron tres meses en los que aterricé, en los que aprendí a quererme, en los que me di cuenta de que la vida no es solamente estar feliz o triste, aprendí a silenciar mi cabeza, a enfocarme en mí y en mi vida, en el aquí y el ahora. Un trabajo que debo seguir haciendo cada día y que se ve reflejado en mí y al rededor mío.
Siempre, en algún momento del día, pasa algo en el que el pecho se me llena de gratitud con Albalá, con todo su equipo desde Hernán hasta las dulces señoras que arreglan la casa y preparan la comida. A veces pienso que Albalá no es un lugar a donde hay que llegar cuando la vida lo tiene arrinconado a uno, si hubiera un “Albalá” en cada colegio, el mundo sería millones de veces mejor, por eso para mí es tan importante que Albalá y mi proceso no se quede para mí, es muy particular porque ese cambio se refleja y se dispersa en cada uno de quienes estuvimos por la razón que fuera en Albalá. En Albalá aprendimos a vivir.
Gracias infinitas a Albalá, Escuela de Vida.
Una noche vi en Facebook que un amigo publicó algo de Albalá etiquetando a Hernán, vi que era el amo y señor de Albalá, lo agregué a mis contactos en Facebook. Después de varios meses, le escribí pues un amigo estaba pasando por un momento en el que necesitaba ayuda urgentemente. En el mensaje que le envié por el messenger de Facebook, lo primero que hice fue darle las gracias por todo lo que había hecho por todos mis amigos que habían estado en Albalá, era lo mínimo pues había visto el cambio total en ellos; en ese momento, Hernán ya sabía quién era yo y seguimos en contacto.
Para mí era muy diferente pues nunca me he tomado un trago y mucho menos drogas, por eso desde mi punto de vista, primero, veía el cambio en mis amigos cuando estaban hundidos y podía también ser sensible al comportamiento de mis amigos en problemas. Una mañana, ya al final de la pandemia me levanté una mañana realmente abrumado, me di cuenta de que llevaba muchísimos años sumido en una depresión absurda, lo primero que hice fue escribirle a Hernán contándole mi condición, hablamos una media hora y luego de hablar y contestarle sus preguntas, Hernán me dijo: “Tato, venite para acá”, dos semanas después estaba yo en Cali, tocando la puerta de Albalá.
Fueron tres meses de trabajo muy duro con cada terapeuta quitándome velos de los ojos, dejando mi ego a un lado, entendiendo cuáles eran mi vida, mi proceso, mi camino… fueron tres meses en los que aterricé, en los que aprendí a quererme, en los que me di cuenta de que la vida no es solamente estar feliz o triste, aprendí a silenciar mi cabeza, a enfocarme en mí y en mi vida, en el aquí y el ahora. Un trabajo que debo seguir haciendo cada día y que se ve reflejado en mí y al rededor mío.
Siempre, en algún momento del día, pasa algo en el que el pecho se me llena de gratitud con Albalá, con todo su equipo desde Hernán hasta las dulces señoras que arreglan la casa y preparan la comida. A veces pienso que Albalá no es un lugar a donde hay que llegar cuando la vida lo tiene arrinconado a uno, si hubiera un “Albalá” en cada colegio, el mundo sería millones de veces mejor, por eso para mí es tan importante que Albalá y mi proceso no se quede para mí, es muy particular porque ese cambio se refleja y se dispersa en cada uno de quienes estuvimos por la razón que fuera en Albalá. En Albalá aprendimos a vivir.
Gracias infinitas a Albalá, Escuela de Vida.
Tato Lopera
- -
He estado en Albalá dos veces. La primera vez que estaba no aprendi mucho ni entendía mi proceso, de pronto en mi inmadurez emocional no aproveché la oportunidad que me estaban dando y no completé mi proceso....
LEER COMPLETO
He estado en Albalá dos veces. La primera vez que estaba no aprendi mucho ni entendía mi proceso, de pronto en mi inmadurez emocional no aproveché la oportunidad que me estaban dando y no completé mi proceso.
La segunda vez fue increíble creo que fue porque mi corazón y mi mente estaban agotados de un proceso incompleto y con constantes patrones sin sanar. Yo pensaba que iba por una causa y era mi depresión, pero desde mi primera semana en Albalá entendí que mi corazón estaba lleno de otras traumas, daños y heridas abiertas que tenían que ser tratados y para que ese dolor sanará, el proceso de cerrarlos o superarlos era más allá. Mi proceso como los de todos en Albalá es personal y diferente, yo pensé que iba por depresión porque no era ni adicta, ni alcohólica. Gracias a Albalá entendí que tenía otra clase de adición y era la de ser aprobada por todos y ser aceptada por todos y buscar amor siendo alguien que no era yo.
Estoy agradecida con mi proceso porque gracias a lo que aprendí y entendí hoy en día soy más auténtica, aprendí que no tenía que ser aceptada, ni amada por otros sino ser amada y aceptada por mí misma. Gracias a Albalá me siento más consciente con mis decisiones, que aveces es necesario tomar pausas y tomar el día a día como viene. Gracias a mi proceso sé que es tener una relación sana, romper patrones y que es lo mejor para mí poniendo límites, poner a mi misma y mis sueños por encima de mis relaciones sentimentales, amistades y familiares. Eso para mí es el amor propio y el primer paso que hice para entender mi salud mental y tener una madurez emocional más fuerte, no es ocultar las emociones, ni pedir disculpas por las emociones que uno tiene, sino reconocerlos, sentirlos, permitir respirar y seguir.
Yo me empecé amar y gracias a eso voy a cumplir uno de mis mayores sueños que por muchos años gracias al miedo no lo logré y hoy la vida me dio una segunda oportunidad y me dijo “ qué tal cambias por si no funciona con un inténtalo y aprende, nunca lo sabrás si lo intentas y das el paso.” Una frase que me acuerdo mucho en mi proceso en Albalá que me lo regaló mi hermano en una llamada y se volvió mi mantra de vida es “ Prefiero Aprender Con Intentarlo” de eso se trata y también Albalá me enseñó eso.
La segunda vez fue increíble creo que fue porque mi corazón y mi mente estaban agotados de un proceso incompleto y con constantes patrones sin sanar. Yo pensaba que iba por una causa y era mi depresión, pero desde mi primera semana en Albalá entendí que mi corazón estaba lleno de otras traumas, daños y heridas abiertas que tenían que ser tratados y para que ese dolor sanará, el proceso de cerrarlos o superarlos era más allá. Mi proceso como los de todos en Albalá es personal y diferente, yo pensé que iba por depresión porque no era ni adicta, ni alcohólica. Gracias a Albalá entendí que tenía otra clase de adición y era la de ser aprobada por todos y ser aceptada por todos y buscar amor siendo alguien que no era yo.
Estoy agradecida con mi proceso porque gracias a lo que aprendí y entendí hoy en día soy más auténtica, aprendí que no tenía que ser aceptada, ni amada por otros sino ser amada y aceptada por mí misma. Gracias a Albalá me siento más consciente con mis decisiones, que aveces es necesario tomar pausas y tomar el día a día como viene. Gracias a mi proceso sé que es tener una relación sana, romper patrones y que es lo mejor para mí poniendo límites, poner a mi misma y mis sueños por encima de mis relaciones sentimentales, amistades y familiares. Eso para mí es el amor propio y el primer paso que hice para entender mi salud mental y tener una madurez emocional más fuerte, no es ocultar las emociones, ni pedir disculpas por las emociones que uno tiene, sino reconocerlos, sentirlos, permitir respirar y seguir.
Yo me empecé amar y gracias a eso voy a cumplir uno de mis mayores sueños que por muchos años gracias al miedo no lo logré y hoy la vida me dio una segunda oportunidad y me dijo “ qué tal cambias por si no funciona con un inténtalo y aprende, nunca lo sabrás si lo intentas y das el paso.” Una frase que me acuerdo mucho en mi proceso en Albalá que me lo regaló mi hermano en una llamada y se volvió mi mantra de vida es “ Prefiero Aprender Con Intentarlo” de eso se trata y también Albalá me enseñó eso.
Juliana Silva
- -
Pensé que iba a ser alcohólica por el resto de mi vida. Que siempre iba a desear tomar, que ese anhelo iba a acompañarme para siempre. Durante los treinta años que viví bajo el yugo del alcohol, no hubo un...
LEER COMPLETO
Pensé que iba a ser alcohólica por el resto de mi vida. Que siempre iba a desear tomar, que ese anhelo iba a acompañarme para siempre. Durante los treinta años que viví bajo el yugo del alcohol, no hubo un solo día en que no pensara en beber. Ni uno.
Llegué a Albalá buscando respuestas. Pero encontré mucho más que eso. Albalá fue —y sigue siendo— un spa para el alma: un lugar donde me acompañaron a escarbar hasta lo más profundo de mí, a mirar de frente el dolor que me empujaba a beber, a entender que el alcohol era apenas la punta del iceberg.
Tres años después, puedo decir con una calma que jamás imaginé posible: el deseo de tomar ya no existe en mí. No soy una alcohólica, ni una adicta en recuperación. Soy una mujer sobria, sana, y consciente. Una mujer que honra la vida, y que se compromete a seguir honrándola, durante todos los días que me queden.
Llegué a Albalá buscando respuestas. Pero encontré mucho más que eso. Albalá fue —y sigue siendo— un spa para el alma: un lugar donde me acompañaron a escarbar hasta lo más profundo de mí, a mirar de frente el dolor que me empujaba a beber, a entender que el alcohol era apenas la punta del iceberg.
Tres años después, puedo decir con una calma que jamás imaginé posible: el deseo de tomar ya no existe en mí. No soy una alcohólica, ni una adicta en recuperación. Soy una mujer sobria, sana, y consciente. Una mujer que honra la vida, y que se compromete a seguir honrándola, durante todos los días que me queden.
Beatriz Torres
- -
Mi paso por ALBALÁ fue una experiencia transformadora. Llegué a la familia albalá con muchas heridas internas, algunas que llevaba cargando desde niño y no tenía idea de cómo sanarlas. Pero desde el primer momento, sentí que estaba en el...
LEER COMPLETO
Mi paso por ALBALÁ fue una experiencia transformadora. Llegué a la familia albalá con muchas heridas internas, algunas que llevaba cargando desde niño y no tenía idea de cómo sanarlas. Pero desde el primer momento, sentí que estaba en el lugar correcto, rodeado de personas que realmente comprendían lo que significa reconstruirse desde adentro. Allí pude conectar conmigo mismo de una forma profunda y auténtica, algo que no conocía que podía hacer. Aprendí a vivir con hábitos saludables y funcionales que hoy forman parte de mi día a día: la alimentación consciente, la meditación, el ejercicio y, sobre todo, la práctica constante de cultivar pensamientos positivos.
En ALBALÁ descubrí que tengo cualidades y características que me hacen una persona única y valiosa, y eso fue revelador. Por primera vez, dejé de enfocarme en mis errores y empecé a reconocer mi valor. Descubrí mi pasión, encontré claridad en lo que quiero para mi vida, y lo más importante: comencé a caminar hacia mis sueños con convicción.
Desde entonces, todo ha cambiado para bien. He fortalecido la unión con mi familia, me he acercado espiritualmente a Dios, y he mejorado tanto en mi estado académico como físico y emocional. Hoy tengo metas claras, motivación real y un profundo agradecimiento por todo lo vivido. ALBALÁ no solo me ayudó a sanar, sino que me enseñó a vivir de verdad.
En ALBALÁ descubrí que tengo cualidades y características que me hacen una persona única y valiosa, y eso fue revelador. Por primera vez, dejé de enfocarme en mis errores y empecé a reconocer mi valor. Descubrí mi pasión, encontré claridad en lo que quiero para mi vida, y lo más importante: comencé a caminar hacia mis sueños con convicción.
Desde entonces, todo ha cambiado para bien. He fortalecido la unión con mi familia, me he acercado espiritualmente a Dios, y he mejorado tanto en mi estado académico como físico y emocional. Hoy tengo metas claras, motivación real y un profundo agradecimiento por todo lo vivido. ALBALÁ no solo me ayudó a sanar, sino que me enseñó a vivir de verdad.